El azar, la desigualdad, la adversidad, el individualismo, la cooperación, el arbitrio se proyectan dentro del campo de fútbol, y de ahí obtenemos la prueba de su verosimilitud. Su ventaja, sin embargo, es que no es la dura verdad. Sabe a verdad pero sólo como una prueba de que no nos engañamos totalmente. Lo recreativo no suplanta por completo a la realidad pero viene a hacerse un hueco en la experiencia. Así, en un partido de fútbol sentimos miedo y alborozo reales, aunque siempre dentro del ámbito del pasatiempo; del tiempo que pasa sin llevarnos irremediablemente con él. Se trata, en definitiva, de una ocasión perfecta para experimentar una vida que hiere pero que no mata, que produce dolor y no destruye, que inocula una solución y pueriliza. Se trata en fin de vivir como una clonación realística que recuerda el papel que cumplían los dobles de Sadam Husein. Una figura que puede morir en un magnicidio, pero que realmente no muere puesto que no es él. Es decir, el otro. Es decir, nadie...
¿Infantilismo? Es necesario un despojamiento de madurez para sentir la trascendente irrelevancia de un partido de fútbol y es necesario, a su vez, un abandono en la banalidad para vivir con suficiente interés el suceso sentimental del "famoseo". Unos y otros públicos formaban antes parte de un subsector donde, en general, la poca instrucción favorecía sus adhesiones, pero ahora está dejando notoriamente de ser así y los millones de espectadores que atrae el fútbol o un programa del corazón traspasan los límites de cualquier sector".
El estilo del mundo. Vicente Verdú
"Así, en un partido de fútbol sentimos miedo y alborozo reales, aunque siempre dentro del ámbito del pasatiempo; del tiempo que pasa sin llevarnos irremediablemente con él."
ResponderEliminarHe marcado "interesante", pero este texto me resulta mucho más que eso. Quiero leer el libro completo.
Un besazo, nene. Nos vemos pronto!
¡Pues te animo a ello!, el libro está en la biblioteca. Está muy bien y es muy interesante... Un beso.
ResponderEliminar