miércoles, 8 de julio de 2009

Fútbol y corazón

"El fútbol brinda al hincha la ocasión de jugar con ediciones miniaturizadas de la vida; representa el miedo, la aventura, la injusticia, la amenaza, pero sin la gravedad de verse arrollado por ellas. De hecho, la gran aportación del espectáculo deportivo no es la burda imitación de la vida sino su infantilizada reelaboración. Los espectadores son afectados por el suceso del campo, pero el suceso es infectado a su vez por los espectadores-niños. El suceso conmueve a los espectadores, pero los espectadores devuelven esa emoción convertida en una fiesta. El fútbol se afianza, pues, como venial trasunto de la vida gracias sobre todo a que tranforma sus remedos de la existencia en materia de entretenimiento y, con ello, neutraliza su perfil mortal. El show puede repetirse, pero la vida claro que no. La vida necesita de nosotros al completo para ser real, pero el show, en cuanto ficción, sólo necesita del pulso infantil. Un yo en miniatura.
El azar, la desigualdad, la adversidad, el individualismo, la cooperación, el arbitrio se proyectan dentro del campo de fútbol, y de ahí obtenemos la prueba de su verosimilitud. Su ventaja, sin embargo, es que no es la dura verdad. Sabe a verdad pero sólo como una prueba de que no nos engañamos totalmente. Lo recreativo no suplanta por completo a la realidad pero viene a hacerse un hueco en la experiencia. Así, en un partido de fútbol sentimos miedo y alborozo reales, aunque siempre dentro del ámbito del pasatiempo; del tiempo que pasa sin llevarnos irremediablemente con él. Se trata, en definitiva, de una ocasión perfecta para experimentar una vida que hiere pero que no mata, que produce dolor y no destruye, que inocula una solución y pueriliza. Se trata en fin de vivir como una clonación realística que recuerda el papel que cumplían los dobles de Sadam Husein. Una figura que puede morir en un magnicidio, pero que realmente no muere puesto que no es él. Es decir, el otro. Es decir, nadie...
¿Infantilismo? Es necesario un despojamiento de madurez para sentir la trascendente irrelevancia de un partido de fútbol y es necesario, a su vez, un abandono en la banalidad para vivir con suficiente interés el suceso sentimental del "famoseo". Unos y otros públicos formaban antes parte de un subsector donde, en general, la poca instrucción favorecía sus adhesiones, pero ahora está dejando notoriamente de ser así y los millones de espectadores que atrae el fútbol o un programa del corazón traspasan los límites de cualquier sector".

El estilo del mundo. Vicente Verdú

2 comentarios:

  1. "Así, en un partido de fútbol sentimos miedo y alborozo reales, aunque siempre dentro del ámbito del pasatiempo; del tiempo que pasa sin llevarnos irremediablemente con él."

    He marcado "interesante", pero este texto me resulta mucho más que eso. Quiero leer el libro completo.

    Un besazo, nene. Nos vemos pronto!

    ResponderEliminar
  2. ¡Pues te animo a ello!, el libro está en la biblioteca. Está muy bien y es muy interesante... Un beso.

    ResponderEliminar