miércoles, 26 de diciembre de 2012

¿Cómo seguir viviendo? El nihilismo: el tema de nuestro tiempo


“Falta el fin; falta la respuesta al “¿para qué?”; ¿qué significa nihilismo? Que los valores supremos se desvalorizan”. Puede que esta definición dada por Nietzsche en 1988 sea la más acertada y extendida de eso que llamamos nihilismo. Sin embargo, y rebasando el significado dado comúnmente a este concepto como negación de toda creencia 1, existen otras muchas maneras de enfocarlo y de entenderlo; Freydis, por ejemplo, nos da una versión mucho más reaccionaria, activa, cuando dice que un nihilista es aquel que no se somete ante ninguna autoridad, aquel que no acepta principios basados en la fe 2, Franco Volpi, por su parte, nos dice de una forma más pesimista que “el nihilismo nos ha dado la conciencia de que nosotros, los modernos, estamos sin raíces, que estamos navegando a ciegas en los archipiélagos de la vida, el mundo y la historia” 3, Heidegger lo describió como el estado en el que “no queda nada del ser en sí”. Hoy, el concepto de nihilismo reinante contiene más o menos trazas de todas esas visiones, pero fundamentalmente, y en nuestro mundo global, puede que se trate simplemente de una “forma de neutralización” 4. En la actualidad, hasta el acto más revolucionario e insurrecto puede ser institucionalizado y así, anulado o absorbido. Lo vemos a menudo. Dichos actos carecen, pues, a partir de ese momento, de identidad y de fuerza, ya no son nada. Esa tónica, iniciada en el posmodernismo, se ha globalizado y es la que marca de una manera inexorable nuestra contemporaneidad más reciente.

Si enfocamos el asunto al mundo del arte nos damos cuenta de que sucede algo parecido, da la impresión de que la estandarización (como forma de neutralización) se ha adueñado de todo. El arte actual se rige básica y principalmente por la idea de mercado, midiendo el prestigio y la categoría del artista por su cotización en el mismo. El artista en general ya apenas crea, sino que más bien “serializa” bajo una estética dominante, asegurándose una ingente producción de material para así poder hacer frente a esa voraz especulación que reclama dicho producto. Luego están los conceptos de innovación o transgresividad, pero siempre bajo el amparo del dinero y lo institucionalizable o musealizable. Aunque también existen destellos y apreciaciones no politizadas que responden a otras ideas más elevadas dentro del mundo del arte, también está el hecho de que prácticamente la totalidad de éstas no entran a formar parte del gran círculo artístico sino como microrrelatos en la historia. Al tomar como referencia a los artistas más cotizados de los últimos años: Jeff Koons, Murakami y Damien Hirst, entre otros, podemos cerciorarnos de este efecto descrito. Todos ellos son productores de mercancía destinada a coleccionistas abducidos por su elevada fama y cotización. Arte fácil, sin reflexión, arte en donde, según Guy Debord, el espectáculo parece ser un paso lógico y normal dentro del sistema capitalista en el que se desarrolla 5.

Sin embargo, el nihilismo puede verse también reflejado en el arte de una manera no necesariamente “destructora” y negativa. Teniendo en cuenta esa ausencia de valores de los que hablaba Nietzsche (Dios, bien y verdad) podemos pensar en el arte como paradigma de uno de ellos; la verdad, y al igual que éste, no está necesariamente perdida. En el escrito del artista norteamericano Ad Reinhardt Doce reglas para una nueva academia nos encontramos con un auténtico “manifiesto nihilista”, no en una forma neutralizante, sino más bien renovadora. En éste, su autor nos describe un cierto nihilismo de vertiente constructiva que puede y tiene la intención de representar el inicio de una nueva etapa o una nueva forma de pensar dentro de las artes plásticas. Para Reinhardt ese valor de “verdad” no es sino la pureza en el arte que el mismo reclama. Una pureza que, en el intento de su culminación, deja enormemente restringido el campo de la pintura. Ad Reinhardt lo niega prácticamente todo, a través de su máxima “más es menos (…) menos es más”, el artista acaba con el Expresionismo abstracto6, pero no únicamente con éste, sino prácticamente con cualquier posibilidad de “hacer nada más” 7. Su nihilismo es absoluto pero a la vez restaurador:
[…] 1. Nada de textura. La textura es naturalista o mecánica y es una cualidad vulgar, sobre todo la textura del pigmento o empaste. Espátula, rajar el lienzo, pintura difuminada y otras técnicas de acción son poco inteligentes y hay que evitarlas. Sin accidentes ni automatismo.

2. Ni pincelada ni caligrafía. Escritura a mano, trabajo a mano y sacudidas son personales y de mal gusto. No estampar firma o marca comercial. “Las pinceladas deben ser invisibles”. “Uno nunca debe permitir que la influencia de los demonios consiga el control sobre la pincelada”.

3. Ni boceto ni dibujo. Todo, donde comienza y donde termina, se debe trabajar en la mente de antemano. “En pintura la idea debe existir en la mente antes de que el pincel sea tomado”. Ni línea ni contorno. “Los locos ven contornos y los dibujan”. Una línea es una figura, un cuadrado es un rostro”. Ni sombreado ni rayado.

4. Sin formas. “Lo mejor, lo más puro, no tiene forma”. Ni figura ni primer plano o fondo. Ni volumen, ni masa, ni cilindro, esfera o cono, o cubo o boogie-woogie. No empujar ni tirar. “Ninguna forma o sustancia”.

5. Sin diseño. “El diseño está en todas partes”.

6. Sin colores. “El color ciega”. '”Los colores son un aspecto de la apariencia y por tanto sólo de la superficie”. Los colores son bárbaros, inestables, sugieren vida, “no pueden ser totalmente controlados”, y “deben ser ocultados”. Los colores son un “adorno de distracción”. Nada de blanco. “El blanco es un color y todos los colores”. El blanco es “un antiséptico y no un elemento artístico, apropiado y agradable para los aparatos de cocina, y apenas el medio para expresar la verdad y la belleza”. Blanco sobre blanco es “una transición del pigmento a la luz” y “una pantalla para la proyección de la luz” e imágenes “en movimiento”.

7. No luz. Ni brillo o luz directa en o sobre la pintura. La luz débil y absorbente del crepúsculo de la tarde es mejor dejarla fuera. No claroscuro, “la realidad maloliente de los artesanos, mendigos, borrachos harapientos y arrugados”.

8. No espacio. El espacio debe estar vacío, no debe sobresalir, y no debe ser plano. “La pintura debe estar detrás del marco”. El marco debe aislar y proteger la pintura de su entorno. Las divisiones del espacio dentro de la pintura no deben ser vistas.

9. No tiempo. “El tiempo del reloj o el tiempo del hombre no cuentan”. No hay antiguo ni moderno, no hay pasado ni futuro en el arte. “Una obra de arte está siempre presente”. El presente es el futuro del pasado, no el pasado del futuro. “Ahora y antaño son uno”.

10. Ni tamaño ni escala. Amplitud y profundidad de pensamiento y sentimiento en el arte no tienen relación con el tamaño físico. Los grandes formatos son agresivos, positivistas, desmedidos, venales, y carentes de gracia.

11. Sin movimiento. “Todas las demás cosas están en movimiento. El arte debe estar inmóvil”.

12. Ni objeto, ni sujeto, ni tema. Ni símbolos, imágenes o signos. Ni placer ni dolor […] 8.
¿Qué es lo que puede quedar del arte después de esto?, ¿qué podemos esperar, pues, de la pintura?... “Queda el mundo de la tridimensionalidad que implica al arte en el espacio real, siempre y cuando […] quede reducido a un nivel primario, aséptico, esencial, conformado por formas geométricas rigurosas, impecablemente terminadas” 9. Ad Reinhardt inaugura el Minimalismo, un movimiento que se propone alcanzar el máximo con los mínimos medios posibles. Recordemos la máxima de Reinhardt “menos es más”, muy acorde con el pensamiento nihilista de Freydis: “sintonizar el ruido, eliminar la paja y buscar la sustancia” 10. La “carencia de significado” en las obras, la simplificación, la limpieza, la racionalidad, la búsqueda de objetividad… ¿acaso no es eso un renacer, una visión positiva y optimista nacida de una condición de premisas nihilistas? Reinhardt nos marcó una pauta acerca de cómo seguir sobreviviendo, quizás no al nihilismo, sino en el nihilismo mismo, y surtió efecto; no sólo en lo que a las artes plásticas se refiere, sino también en la vida y en la sociedad 11. No podemos pensar ni actuar, pues, en un divagar semejante a esa condición de neutralidad mencionada anteriormente y que domina nuestro arte y nuestra vida. El escrito de Reinhardt nos aporta un nuevo camino, una visión renovada sin renegar de lo que ya nos es propio; para él lo fue “una condición posmoderna” 12, para nosotros lo es la globalización. Pensando el nihilismo, sea en la forma que sea, se puede “vivir el nihilismo” o “vivir en el nihilismo”.

Como hemos dicho, Ad Reinhardt supone el umbral o el paso entre el Expresionismo abstracto o Abstracción pictórica y la Abstracción postpictórica o Abstracción fría (precursora del minimalismo), más clara y definida. En ambos casos el concepto abstracción esta presente. El arte abstracto dispone de un discurso que escapa de algún modo a la disciplina y a las limitaciones. Digamos que posee una capacidad de transgresión. Es una forma de expresión que se da, al menos a priori, desde la experiencia de la nada. Es necesario atravesar un vacío para llegar a las “formas”. La abstracción supone un intento por llegar hacia una estética basada en una imagen “pura”. En nuestra cultura occidental, el nihilismo es el desamparo frente a la muerte de Dios y a la pérdida de los ideales antes mencionados, pero a través del arte y en concreto de la abstracción, puede ser entendido como punto de partida, y eso es precisamente lo que hace Reinhardt. La superación del nihilismo, por tanto, puede ser la superación de la representación misma.

En la película de 1965 Alphaville, de Jean Luc Godard 13, Lemmy (agente secreto enviado a la ciudad para acabar con la “dictadura” del profesor Von Braun, creador del sistema de represión mas perfecto que se haya concebido jamás) responde ante el interrogatorio de Alpha 60 (máquina de deducciones lógicas que definen la sociedad y los comportamientos de los habitantes de la ciudad): “¿Sabe lo que transforma la noche en luz? La poesía”. El arte es pues una herramienta que si se agarra con fuerza puede ser fundamental; bien para aplacar el nihilismo dominante, bien para “coexistir” con éste, en conjunción suya o de manera reaccionaria. Pero también el propio nihilismo puede ser la herramienta (Reinhardt lo demostró), el nihilismo como detonante, como “causa para entender la vida, la realidad, y su propio lugar dentro de todo” 14. En la ciudad de Alphaville, el dominio tecnocrático permitió llegar a un punto de sumisión en el que la rebelión era directamente inconcebible, el estricto control de las emociones por parte de Alpha 60 y la eliminación de palabras del diccionario como amor, por qué o llorar hacían de sus habitantes auténticas “máquinas” al servicio de máquinas, paradigmas de nuestra sociedad postfordista. Sin embargo, y pese a ello, Lemmy y Natascha (hija del doctor Von Braun) logran escapar de ese estado de “nihilismo consumado”, de esa neutralización de la conciencia dirigida por Alpha 60, y lo hicieron simplemente enamorándose y queriendo “existir”. Hagamos pues del arte y de la abstracción 15, un paradigma del amor y del hecho de vivir, un ejemplo que nos ayude a subsistir y a sobrepasar a la nada, una “verdad” que nos haga ver que no todos los valores están perdidos y que podemos ilusionarnos, no necesariamente con “cosas verdaderas”, sino con el propósito de ver cómo son verdaderamente las cosas 16.


1 Definición de nihilismo de la Real Academia Española: (Del lat. nihil, nada, e -ismo).1. m. Negación de todo principio religioso, político y social. 2. m. Fil. Negación de toda creencia.
2 Freydis. Manifiesto nihilista. 2010. Disponible en http://www.counterorder.com/.
3 Volpi, Franco. El nihilismo. Madrid: Siruela, 2007.
4 Castro Flórez, Fernando. Una cosa trivial (a primera vista). [Fatrasies, varietès y otras ocurrencias del arte contemporáneo]. En la conferencia: Existencia y nihilismo. Claves para comprender la vinculación entre la filosofía y el arte en el mundo contemporáneo. Facultad de Bellas artes de Granada, 8/02/2012.
5 Debord, Guy. La sociedad del espectáculo. Valencia: Ed. Pre-textos, 2002.
6 La obra de la última etapa de Ad Reinhardt supone un cambio de paradigma en el Expresionismo abstracto (al que el propio Reinhardt perteneció una vez), encabezado por el Action painting y caracterizado por las densas superficies de pintura que aplicaban artistas como B. Newman, J. Pollock y M. Rothko, entre otros.
7 Ad Reinhardt, en una entrevista con Bruce Glaser llegó a decir a propósito de sus black paintings: “Estoy pintando las últimas pinturas que alguien puede hacer”.
8 La Rubia, Leopoldo. El nihilismo de las Doce reglas para una Nueva Academia (1957) de Ad Reinhardt y la clausura de la representación. La transición de la Abstracción pictórica (Expresionismo abstracto) a la Abstracción postpictórica y al Minimalismo. Universidad de Granada. Departamento de filosofía. Área de estética y teoría de las artes, 2011.
9 Ibidem.
10 Freydis. Order & Chaos - Patterns, Science, and Nihilism. December 31, 2001.
11 No hay más que ver la importancia que adquirió la tendencia minimalista en las artes, el urbanismo o el diseño, así como en la cotidianidad de las personas en general, y las secuelas que ésta ha dejado muy presentes en nuestra sociedad actual de consumo.
12 Al igual que Jean François Lyotard en su libro La condición posmoderna: informe sobre el saber. Madrid: Cátedra, 1987, Ad Reindhardt nos relata el fin o la incredulidad respecto al metarrelato del siglo XX, en su caso respecto al macrorrelato dominante del Expresionismo abstracto.
13 En la película podemos ver un mundo automáticamente perfecto, en donde todo acto esta orientado a predecir las consecuencias, donde nuestros modos de comportamiento dejaron de ser naturales y pasaron a ser tan sólo una mera operación lógica para evitar cualquier desequilibrio. El amor, la emoción y el arte son anulados, dando lugar a ciudadanos y conductas programadas y predecibles hasta la desesperación.
14 Freydis, Op cit.
15 La abstracción, según Kandinsky, implica una puesta en suspensión global del mundo, que sin embargo no nos deja en presencia de la nada, sino de aquello que somos en nuestro ser más profundo.
16 Referencia a una famosa cita de Godard en la que afirma que “no se trata de mostrar las cosas verdaderas, sino de mostrar cómo son verdaderamente las cosas”.



José Manuel Montoro Bago

Master en Producción e Investigación en Arte / curso 2011-2012