miércoles, 8 de julio de 2009

Arrebato



He aquí la película de culto por excelencia del cine español y una de las mejores obras de nuestro cine en los últimos 50 años, Arrebato. La historia de un director de cine en crisis creativa y preso del sexo, las drogas y la insatisfacción. La visión de Arrebato en manos de su director, Iván Zulueta, nos evoca una memorable frase de Orson Welles, aquella que decía que “el arte es una mentira que sirve para contar la verdad”. En este caso, para contar la verdad no sólo de un director de cine en busca del instante mágico de su vida, sino de algo tan ambicioso como es el proceso de creación artística. Arrebato es una compleja reflexión en este sentido, centrada en la vida de José Sirgado, que interpreta un fantástico Eusebio Poncela, preso de un bloqueo artístico y personal que le conduce a un total cuestionamiento de su realidad interior. José ha terminado su segunda película y se siente profundamente insatisfecho. De vuelta a casa, donde se encontrará con su novia Ana (Cecilia Roth), recibirá un inquietante envío: una cinta en super 8 y una cassette remitidas por un viejo conocido, Pedro (Will More), un personaje obsesionado en descubrir la esencia del cine al que había perdido la pista y al que apenas prestó atención en su día, pero que ahora resurge como la única respuesta posible a su angustioso estado. La extraña trayectoria vital de Pedro, reflejada en la película y la grabación que integra el paquete, arrastrarán a José a un punto límite. Ana, el sexo, el cine y las drogas, quedarán atrás en este arriesgado salto al vacío, para el que José Sirgado tal vez no esté debidamente preparado.
El proceso de producción de Arrebato fue tan tormentoso como la propia carrera de Iván Zulueta. Tres millones de pesetas aportados por un empresario leonés más algo más del doble aportado por el Ministerio de Cultura a modo de subvención no fueron suficientes para sacar adelante una película de caótico desarrollo en la que el presupuesto se disparó. Estuvo mucho tiempo sin distribución, hasta que le llegaron los homenajes y el reconocimiento a su director, el cual empezó a salir de su ostracismo. Arrebato es una película difícil, transgresora y ajena a toda dramaturgia característica del cine clásico español, al igual que lo es también el cine de Valdelomar o la película de Neville La torre de los siete jorobados. Arrebato. Simplemente Arrebato. Una película que fascina a muchos espectadores, aturdidos por su originalidad, su carácter maldito y marginal. Una rareza que sedujo desde su primer visionado a Julio Medem y que ocupa un lugar privilegiado en su altar de películas preferidas, una de las que más “daño” le han hecho en su formación como cineasta.

"Nadie ni nada saldrá indemne de la experiencia más arriesgada y extrema que ha visto el cine español. La pantalla se quiebra, se deshace en un relato alucinado, inestable, vertiginoso y, pese a ello, sin fisuras. Fábula sin moraleja" (Luis Martínez, diario El País).

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