martes, 7 de julio de 2009

El ángel exterminador


Un grupo de burgueses de la ciudad de México acuden a una cena en la mansión de los Nóbile después de asistir a la ópera. Durante la velada, los sirvientes y los cocineros sienten deseos de abandonar la mansión y se marchan. Al terminar la cena, los invitados se dan cuenta de que no pueden salir de la habitación por una razón que desconocen, aunque no hay aparentemente nada que lo impida. A medida que van pasando los días, el alimento y la bebida escasean, los personajes enferman y la basura se acumula. A partir de ese momento, las buenas costumbres y la cordialidad inicial de los invitados se acaban perdiendo y los burgueses se comportan como auténticos salvajes, aflorando en ellos el más primitivo instinto por la supervivencia.
Una parábola sobre la descomposición de una clase social encerrada en sí misma.
A Buñuel le atraía la posibilidad de hacer una película de catástrofe, de naufragio (como el evocado por La balsa de la Medusa, de Géricault) pero en un lujoso interior burgués, con el comportamiento refinado de la aristocracia llevado a sus más humillantes límites de degradación. Todo el esfuerzo de Buñuel va dirigido a indagar en el aborregamiento de una aristocracia culta, embebecida y altanera que desprecia toda forma ajena a su beneficio, a su estricto protocolo. Pero hay que tener en cuenta también el humor y el esperpento. Así, cuando los invitados pueden salir al fin (todos y cada uno de ellos en la misma postura en que comenzó la trágica encerrona y con la misma sonata de fondo que se interpretó en la recepción primera), se dirigen todos exultantes a una misa de Te Deum. Al finalizar el rito, surge de nuevo la inexplicable situación de la imposibilidad de salir de la iglesia. Pero ahora ya no son una decena, sino centenas quienes están atrapados… y, como antes llegaron corderos que, sacrificados, fueron sabroso bocado a su hambruna, ahora, y en el plano final, vemos zigzaguear en su auxilio a todo un rebaño ovino, mientras que la policía reprime a balazos unas manifestaciones de protesta que casualmente están sucediendo en el exterior.

En muy resumidas palabras, El ángel exterminador es un retrato de la decadencia humana, pero tamizada por evidencias surrealistas. Quizá el pánico, el temor a la muerte o la soledad sean residuos de una forma surrealista de entender la realidad. Hay filósofos cuya escritura gira en torno a la idea de lo absurdo que es la muerte: la vida es una inercia, vivir es un continuo que no puede ser fragmentado, mutilado.

"Si el filme que van a ver les parece enigmático e incoherente, también la vida lo es. Es repetitivo como la vida y, como la vida, sujeto a múltiples interpretaciones. El autor declara no haber querido jugar con los símbolos, al menos conscientemente. Quizá la explicación de El ángel exterminador sea que, racionalmente, no hay ninguna". (Luis Buñuel).


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